Hablar de Serge Ibaka es hablar de un jugador que no ha parado de crecer desde que comenzó su carrera. Una progresión meteórica en la NBA apoyada en actuaciones estelares con la Selección española, de la que es integrante desde 2011. Su debut en Lituania se saldó con un oro mágico ante Francia, con Serge colocando cinco tapones en la final.

El jugador nacido en Brazaville regresó al año siguiente para el reto de los Juegos Olímpicos de Londres. Su incorporación se presumía como decisiva para poder competir con Estados Unidos de tú a tú en una hipotética final. En el primer partido de la cita londinense, el ala-pívot dejó su tarjeta de presentación ante China con 17 puntos, 5 rebotes y 3 tapones.

Ibaka firmó, como España, un campeonato de altibajos en Gran Bretaña, pero a la hora de la verdad apareció como había prometido. En la final contra Estados Unidos, fue fundamental para detener a su compañero Kevin Durant o a LeBron James con su fuerza defensiva. Acabó con 12 puntos y nueve rebotes, pero sin el mismo final dorado que el año anterior. Eso sí abonado al podio donde este verano planea continuar.

El año pasado luchó hasta el final para poder acudir al EuroBasket de Eslovenia 2013, pero el haber jugado infiltrado en los playoffs de la NBA y los dolores en su espalda se lo acabaron impidiendo. Ahora vuelve en plena forma y con ambición para el futuro: “Quiero ser uno de los pilares de la selección española en los años venideros”.

A sus 24 años, Serge alcanzará este verano las 50 internacionalidades con España y se ha convertido en un jugador fundamental para todos.

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