Eso de que los enemigos vengan con piel de cordero y luego muerdan no es nuevo para España. Finlandia, esa nación pacífica, llena de nieve y gente bonachona, no podía hacer daño a los nuestros. Pues no fue así, al menos durante el primer cuarto. Koponen era ya avisado como el lobo de caperucita y vaya sí vino. Los nueve primeros puntos de los bálticos tuvieron su sello y a España se le cambió la cara. Tocaba ponerse el mono de trabajo.

Y quien se lo puso y estrujo hasta la última gota fue José Calderón con un partido que le gusta llamar a él de pata negra. “Sentía que debía hacerlo porque contra Grecia estaba ausente y no podía ser”. El extremeño fundió al dichoso Koponen con un defensa majestuosa y luego le castigó en el otro aro con una sucesión de triples (5 de 7) de esos que minan la moral.

Con el crack rival domesticado tocaba dejar claro que este equipo es la mejor defensa del campeonato de largo –otro partido recibiendo menos de 60 puntos-. Koivisto y Rannikko pueden dar fe de la inquebrantable labor de España para cerrar la línea de tres.  Ya se sabe que jugar a los triples es un arma de doble filo que habitualmente se vuelve en tu contra y más sí el que te defiende lo hace con intenciones.

Víctor Claver fue el otro gran nombre propio del partido. El valenciano está creciendo de una manera tremenda en el campeonato. Ayer firmó 18 de valoración y haciendo de chico para todo a la perfección. Su influencia en el juego le permitió ser el jugador que más faltas recibió de los rivales –cuatro- igualado con Rudy Fernández.

El gélido ambiente vivido ayer en el Stozice Arena se acaba el lunes. Italia entera se está movilizando para cruzar la frontera Eslovenia y ya contra Croacia rivalizaron en nivel acústico de pitos. La situación se convierte en idónea para una España a la que le ponen los pabellones calientes y los partidos con mucho en juego. Indudablemente necesitamos marcha. Finlandia fue un sparring que duró un cuarto.