El baloncesto femenino conquistó lo más alto del podio europeo en Peruggia 1993, y lo volvió a hacer 20 años después, en Orchies. Ante 5.500 espectadores y con las subcampeonas olímpicas enfrente, España tiró de calidad y carácter para conseguir el oro más emotivo.
ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB
5.500 espectadores abarrotaron el Pabellón de Orchies en una final en la que el anfitrión era el gran favorito al oro. España había llegado al último partido realizando un gran baloncesto y ahora necesitaba aguantar la presión. Un triple de
Laia ponía el 21-12 al final del primer cuarto, con Francia acusando el golpe en la lona.
Las galas (subcampeonas olímpicas en Londres) se levantaron hasta entrar en el último cuarto por delante en el marcador (53-55) pero la presión fue un aliciente para las de
Lucas Mondelo. Un triple de
Dumerc ponía el 68-67, pero
Laia Palau dio el balón a
Sancho Lyttle para que anotara una suspensión a cuatro metros y a nueve segundos para el final. La defensa, como en los malos momentos del torneo, hizo el resto.
Alba Torrens y
Sancho Lyttle. Las dos grandes armas ofensivas de España en este campeonato (integrantes del mejor quinteto) no fallaron en el último día y superaron los 20 puntos de anotación cada una de ellas.
Marta Xargay y Silvia Domínguez aportaron 15 puntos entre ambas mientras que
Cindy Lima jugó un gran partido en defensa, anotó tres canastas muy importantes y capturó 9 rebotes.
Lucas Mondelo se acordó del camino recorrido:
“Hemos llegado aquí a través de la fase clasificatoria, con jugadoras jóvenes, jugando contra las anfitrionas y la mejor plantilla del torneo. Teníamos que ser los mejores, y lo fuimos.” El partido significó también la retirada de la selección de dos históricas del baloncesto español,
Amaya Valdemoro y Elisa Aguilar, que fueron las encargadas de levantar el trofeo.
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